Gabriel

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(Susana López Chicón) Hoy hemos despertado tristes, yo creo que la gran mayoría y Hoy también hemos tenido que reconocer que el ser humano a pesar de su gran perfección, muchas veces no solo es imperfecto sino que ni siquiera llega a ser humano o puede considerarse como tal. Porque lo que nos hace inigualables es nuestro interior y nuestra sensibilidad. Son no solo los actos sino los sentimientos lo que eleva al hombre y a la mujer a la categoría de milagro. Pero muchas veces, demasiadas quizás…se produce un engendro. Alguien que no tiene Nada absolutamente nada en su interior y si lo tiene no es bueno, sublime ni maravilloso, sino todo lo contrario y no se deberían ni llamar hijos de Dios, sino del mismo Demonio.

Todos en un sentimiento común hemos rechazado no solo la falta de humanidad en un acto tan atroz y doloroso como dejar sin vida a una criatura inocente, sino la frialdad y el cinismo, que esta mujer ha demostrado.

Llevar hasta dimensiones tan terribles su fechoría ha sido quizás lo más incomprensible del acto. Ha matado a un inocente pero también ha jugado con todos los inocentes que han tratado de ayudar, dar apoyo, cariño, y calor a esos padres. Ha hecho uso de un despliegue de personas, victimas del sentimiento de solidaridad, y no ha pestañeado poniendo en peligro a voluntarios, cuerpos de policía, guarda civil y tantas y tantas personas que movidas por el corazón buscaban un pescaito con vida.

Aunque resulte difícil de asimilar uno podría llegar a justificar un asesinato motivado por un robo, una lucha, una discusión, en un momento de ofuscación total del cerebro motivada por un sentimiento de defensa, de odio o quien sabe que…pero poner su manos en el cuerpecito inocente de un niño, para vestirlo y luego una vez muerto desnudarlo de la prenda que aun guardaba su ultimo calor y llevarlo a un pozo, sin que se te revuelva la sangre (si es que tiene) y encima planear esa trama tan rebuscada y descabellada, pensando hasta en cobrar su recompensa y alargar quien sabe hasta que consecuencias el dolor de esa familia, es de una ferocidad sin límites.

Ni el mismo Judas lo hizo mejor cuando abrazaba y lloraba a quien supuestamente era la persona que más quería y a la que le ha quitado el mejor regalo que te da la vida; un hijo, para arrojjarlos también a El y a la madre de Gabriel a ese pozo de por vida. El pozo del dolor, la ausencia y la soledad más extrema, donde el olvido en vez de convertirse en necesidad se convierte en recuerdo eterno.

No solo cubrió de barro su cuerpecito, nos ha embarrado a todos en esta historia siniestra y macabra.

No voy a entrar en detalles de si es negra, blanca, mujer, latinoamericana o burgalesa. Su lugar de nacimiento, su género y su color no son las que rigen su condición humana. El color de su piel no es lo que debe enfrentarnos en comentarios xenófobos sino unirnos a tod@s para que No salga Nunca más de una celda, porque el verdadero mal no ha sido su piel negra sino su alma oscura y siniestra.
Nos ha secado el alma a tod@s y en nuestras lágrimas siempre quedará el recuerdo de este pescaito que no pudo nadar en el mar de su infancia.