El AUKUS de EEUU amenaza la paz mundial

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Desde una mirada miope, estrecha y eurocéntrica puede parecer una cosa lejana. Pero no lo es. Porque organizar una nueva alianza militar -submarinos nucleares mediante- por parte de la única superpotencia realmente existente en el mundo con el objetivo de impedir el crecimiento pacífico de otro país afecta también al resto de los pueblos y países del planeta. Por ello, el submarino estadounidense “AUKUS” amenaza la paz mundial.

EEUU ha firmado un acuerdo militar estratégico con Reino Unido y con Australia, que con el acrónimo “AUKUS” busca dar un salto cualitativo en el cerco naval a China. Una alianza que vuelve a convertir a Londres en el fiel escudero de Washington, y que eleva a Australia a la categoría de gendarme militar estadounidense en el Indo-Pacífico, para confirmar que la prioridad estratégica de EEUU es la contención de China.

Para ello Australia será dotada por Washington de ocho nuevos y ultramodernos submarinos nucleares. Este tipo de submarinos -llamados así por su propulsión, no necesariamente porque posean ojivas nucleares, aunque muchos las tienen- son claves en el dominio de los océanos; y permiten desplazamientos rápidos, casi indetectables y mucho más prolongados, sin necesidad de salir a superficie. Hasta ahora, solo seis naciones cuentan con tales maquinarias bélicas: EEUU, China, Rusia, Reino Unido, India y Francia. Australia será el único miembro que no cuente con un programa nuclear propio, sea militar o civil, sino “entregado” por la superpotencia. Además de su recategorización naval, Australia reforzará su vinculación militar con el Pentágono, aumentando el número de tropas norteamericanas en sus bases, más maniobras conjuntas y una mayor rotación de equipamiento militar aéreo.

A pocas semanas de la humillante retirada de Afganistán, se entienden las palabras que entonces dijo Joe Biden para justificar el veloz repliegue estadounidense de tan larga, costosa y dolorosa intervención. “No nos podemos empantanar otra década más en Afganistán”, dijo Biden. “Debemos mantenernos claramente concentrados en el interés de seguridad nacional de EEUU”, es decir, “en los múltiples retos con Rusia” y sobre todo en la “seria competición que EEUU libra con China”.

La realidad, y el problema para la paz mundial, es que Washington realmente no está desarrollando una competencia sino una confrontación que está empujando al mundo en la dirección de una “nueva guerra fría”. Pero ahora no hay una superpotencia militarmente agresiva como la Unión Soviética preparándose para un enfrentamiento bélico.

Joe Biden ha declarado que Estados Unidos no está “buscando otra Guerra Fría” en su reciente discurso en el 76º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Sin embargo, mientras hablaba calurosamente sobre desafíos comunes como COVID-19 y el cambio climático, había acabado de firmar una alianza militar dirigida contra China. El discurso de Biden ha sido una vívida demostración de la hipocresía de la política del gobierno estadounidense.

Y también lo que han vuelto a sufrir sus aliados europeos. Washington, tanto con la retirada de sus tropas de Afganistán como con la formación de la alianza militar con el Reino Unido y Australia, ha sacrificado dos veces los intereses de Europa. Esto demuestra que el “America is back” de Biden y el “America first” de Trump son básicamente lo mismo.

En el mundo ya se habla mucho de una “nueva guerra fría”, e incluso el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha expresado su preocupación. ¿Esta percepción es errónea? Por supuesto no. El AUKUS incrementará la presencia militar de EEUU y sus aliados anglosajones en varios puntos estratégicos en las rutas comerciales que usa China. Uno es el Estrecho de Taiwán, una isla que Pekín considera como parte irrenunciable de su nación y en la que EEUU está alentando el independentismo y rearmando a su ejército. El otro es el cuello de botella del estrecho de Malaca, enclave geográfico que separa la península de Malasia y la isla de Sumatra, por el que circula una cuarta parte de la producción mundial de mercancías, más de 50.000 barcos al año.

Pero la administración Biden sabe bien que una guerra fría es mala y va en contra de la voluntad del pueblo estadounidense y de los demás pueblos del mundo. Por ello, dicen una cosa, pero hacen otra. Económicamente, la administración Biden continúa con toda la política de guerra comercial de Trump, conocida como la “guerra fría tecnológica”, que es un intento de sentar las bases económicas para una nueva guerra fría integral.

Y, militarmente, Estados Unidos ha intensificado su política de alianzas contra China. El nacimiento del AUKUS llega además poco antes de que se celebre en Washington una cumbre la asociación informal de defensa conocida como Quad -India, Australia, Japón y Estados Unidos- dirigida también contra Pekín y su desarrollo e influencia en la región de Indo-Pacífico. Sin embargo, el hecho de que EEUU se apoye de forma tan destacada en Australia para la construcción del frente anti-chino, puede acabar perjudicando los esfuerzos de Washington por atraer a India al mismo. “AUKUS y Quad deberían complementarse entre sí, según la visión de EEUU”, dice el Global Times, “pero puede ser un golpe psicológico para Japón e India”, viéndose tratados como aliados de segunda.

Así mismo, Washington ha estado interviniendo en las regiones conflictivas del Estrecho de Taiwán y el Mar de China Meridional, alentando a las autoridades de Taiwán a tomar el camino de antagonizar con China continental; enviando -sistemática y provocativamente- buques de guerra a las aguas cercanas a las islas y arrecifes de China. Estos movimientos son extremadamente peligrosos, y crean tensiones, agravando el miedo y la preocupación de la comunidad internacional ante un eventual enfrentamiento entre China y Estados Unidos.

Otra consecuencia es generar una carrera armamentística en esa área geográfica. Por ejemplo, Indonesia ha reaccionado con alarma ante las aspiraciones de los submarinos nucleares de Australia, y su Ministerio de Relaciones Exteriores subrayó el viernes que “Indonesia está profundamente preocupada por la continua carrera armamentista y la proyección de poder en la región”. Como resultado, una reunión cumbre previamente planificada entre el presidente indonesio Joko Widodo y el primer ministro australiano Scott Morrison fue cancelada abruptamente.

Si, además, los países de la región se ven atrapados en una carrera armamentística para hacerse con sus propios submarinos de propulsión nuclear, Estados Unidos será la única parte que saldrá ganando después de desestabilizar la región -vendiendo material militar- y aumentar el peligro de guerra en la zona y en el resto del planeta. Lo que perjudica seriamente a la paz global y a todos los pueblos del mundo.

Y queda más claro que “EEUU no tiene aliados, sino intereses”, y la superpotencia -sea con las formas groseras de Trump, o sea con los educados modales de Biden- no está dispuesta a someter a consideración diplomática alguna sus imperativos estratégicos. Y no hay ninguno más importante que la contención de China. Si para dar avances en el cerco a China, armando a Australia con 8 submarinos nucleares, hay que humillar a Francia, se hace.

Lo que también pone de manifiesto, aún más, es el cada vez más residual papel de Europa -y particularmente de Francia- en el mundo. El centro del tablero geopolítico ya se ha desplazado al área del Asia-Pacífico, y Europa y sus viejas potencias ven menguar, año tras año, su capacidad de influir en la arena internacional. Su papel de comparsas de la superpotencia en la defensa de la hegemonía estadounidense y del viejo orden mundial unipolar les pasa una factura cada vez más costosa. El fiasco de la retirada de Afganistán y el nacimiento de Aukus impulsan las voces que -cada vez más alto- denuncian que Europa ya no puede confiar en EEUU, y afirman que mejor le iría a la Unión Europea si se dotara de una defensa autónoma.