La brecha salarial: la punta del iceberg de la desigualdad laboral

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Hoy 22 de febrero, día internacional contra la brecha salarial, queremos recordar que la reivindicación de la igualdad salarial, es una lucha histórica del feminismo de clase. Llevamos más de cien años gritando “A igual trabajo, igual salario”.

Con la Huelga Feminista del año pasado se puso encima de la mesa cómo en el siglo XXI podemos seguir con esta desigualdad flagrante, dejando a los neoliberales sin argumentos. Estos esforzados defensores del sistema capitalista nos están empezando a escuchar y saben que no nos vamos a conformar con papel mojado, ya que para nosotras la desigualdad salarial es solo la punta del iceberg.

La brecha salarial es realmente una brecha laboral que afecta a todos los sectores del mundo del trabajo en todos los países. Por ello, para la igualdad real, hace falta un cambio global en la estructura del trabajo, que rompa con la cadena global de cuidados, la precariedad laboral y nos permita tener vidas dignas de ser vividas.

La OIT denuncia que a escala mundial en el 2017 se registró la tasa de crecimiento más baja desde 2008, situándose muy por detrás de los niveles alcanzados antes de la crisis financiera mundial. Además, nuestro panorama laboral está enmarcado en la subida del PIB de los países ricos, mientras nuestros derechos laborales se ven reducidos en aras de la competitividad y la flexibilidad neoliberal.

En el Estado español, esta crisis se está instaurando en nuestras vidas, intentando situar a las mujeres de nuevo como el ejército de reserva del capitalismo, a la vez que sostenemos un Estado del bienestar que están desmantelando. Mientras, la brecha salarial en el Estado español es del 23,2%. Las mujeres sufrimos la tasa más alta de desempleo, más contratos a tiempo parcial, reducciones de jornada y peticiones de días libres para ocuparnos de los cuidados y todo ello repercute en que tenemos las peores pensiones.

Pero las mujeres ante esto, no hemos bajado los brazos. La huelga feminista del año pasado consiguió redefinir el sentido común. Ya nadie nos puede decir “no nos metamos en eso” o que la brecha salarial no importa. Y ahora, lo queremos todo. Nos toca redefinir qué es lo que significa la parte de “a igual trabajo” de la famosa reclama. Está claro que en los sectores feminizados: servicios sociales, educación, empleos de cuidados etc. La brecha salarial no es el problema principal, sino la precariedad immanente y la situación de desregulación, subcontratación, temporalidad y falta de derechos.

Además, estos sectores también son menos valorados socialmente, lo que normaliza la desigualdad, restando especificidad a sus labores, rebajando su cualificación y desvalorizando sus responsabilidades. Tenemos que atajar la división sexual del trabajo, ser inflexibles con la igualdad en la contratación pública y una regulación efectiva en el empleo privado, impulsar unos servicios sociales de gestión pública con empleos dignos e introducir la corresponsabilidad de los cuidados. No es que nosotras no podamos con todo, es que no tenemos que poder con todo, porque no es solo nuestra responsabilidad. No queremos ser súper mujeres, queremos vidas dignas donde podamos desarrollar nuestros proyectos vitales dentro y fuera del trabajo y eso no lo podemos hacer con largas jornadas de trabajo, largos desplazamientos hasta el centro laboral generalmente en transporte público, cada vez más precario, para luego dedicarle a los cuidados dos horas y media diarias más que los hombres.

La brecha salarial es sólo el síntoma y debemos ir a la raíz de las cosas, la lucha contra el capitalismo y el patriarcado. Aquí es donde el compañerismo entre hombres y mujeres, los sindicatos y las redes comunitarias son absolutamente necesarias para organizarnos y luchar colectivamente por la justicia laboral y social.

No queremos más normativas, queremos cambios reales. El artículo 35 de nuestra Constitución que habla del derecho al trabajo y la no discriminación (que no se cumple), una Ley de Igualdad llena de recomendaciones (que no sirven para atajar las realidades negativas que sufrimos) o las recomendaciones de la UE, han demostrado no resolver nuestras discriminaciones laborales. Lo que hace falta es compromiso político acompañado de inversiones públicas, evaluaciones reales, sindicatos fuertes, herramientas al servicio de las trabajadoras y un enfoque estructural de las desigualdades en el empleo. Y por eso es tan importante la cita del 8M donde se abona las reivindicaciones laborales, económicas,

Desde IU queremos felicitar a todas las mujeres participantes en luchas laborales y poner en valor su valentía, sus esfuerzos y victorias colectivas: las mujeres empleadas de H&M en la Bangladesh, las limpiadoras de Glasgow, las espartanas de Coca-cola o las Kellys, son ejemplo de dignidad y lucha. Sólo organizadas y juntas podemos cambiar las cosas.

Desde Izquierda Unida tenemos el firme compromiso de luchar contra la brecha laboral de todas, mano a mano con las mujeres, los sindicatos y el movimiento feminista, contra la feminización de la pobreza y la división sexual del trabajo, contra el racismo y la LGTBIfobia en el empleo, contra la explotación de las mujeres migrantes y en situación administrativa irregular, por la ratificación del convenio 189 de la OIT para las empleadas del hogar y cuidados, por poner en valor la reproducción de la vida cotidiana, por la corresponsabilidad del Estado y los hombres y por una maternidad deseada y no penalizada. Compañeras, nuestra próxima cita: La Huelga Feminista del 8 de marzo.