“Ecos de la Alhóndiga”

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En las próximas semanas saldrá a la luz el nuevo libro del escritor cartameño Francisco Baquero Luque

(Por Juanma López) Último sábado de febrero. Son cerca de las ocho de la tarde. La temperatura del coche marca once grados en el exterior. Me dirijo hacia la calle González Marín (Cártama) para encontrarme con el escritor lugareño Francisco Baquero Luque, de ochenta y seis años de edad y que en próximas fechas sacará a la venta su nuevo libro “Ecos de la Alhóndiga, vida y costumbres de nuestros antepasados campesinos”.

Anochece y hace frío. He aparcado casualmente frente a la casa donde nació el célebre actor y rapsoda Pepe González Marín, “el faraón de los decires”. Francisco Baquero vive a escasos doscientos metros.

El brasero de la mesa camilla redonda  hace que entre rápido en calor y olvide que cuando en mi pueblo, Alhaurín de la Torre, hace frío, en Cártama hace aún más. A mi derecha tengo a Francisca, esposa de Francisco, entretenida resolviendo un crucigrama. Frente a mí tengo a Francisco Baquero, que está poniendo en silencio el televisor. Comenzamos a hablar de “Ecos de la Alhóndiga”, su nuevo libro dividido en cuarenta y cuatro relatos que describen magistralmente la vida y costumbres del campesinado de la segunda mitad del siglo XIX  y hasta mediados del XX.

Francisco, ¿cuándo surgió la idea de escribir “Ecos de la Alhóndiga”?

Es una idea que viene bailando en mi cabeza prácticamente desde que estudiaba. Era el plan del treinta y ocho que consistía en siete años más reválida. Una de las asignaturas se llamaba “Agricultura”. Aprendí sobre el cultivo del tabaco, remolacha, azúcar, algodón y etcétera. También estudié la fisiología vegetal, la savia y la botánica en general. Estudiaba en Cabra (Córdoba)  y cuando regresaba a casa cada verano, pensaba que los labriegos aprendían de forma empírica y rutinaria. Era consciente que podía ayudarles con los conocimientos que tenía. Y lo hice, les ayudé con las plagas, por ejemplo. Como las de la mosca blanca o el gusano gris. Conocía los insecticidas a usar. Los veranos los pasaba ayudando a mi padre en las huertas y siembras. Aprendí mucho sobre la vida de la gente del campo. Por todo esto, siempre quise escribir “Ecos de la Alhóndiga”.

“Capar melones”, “Azufrado de parras y tomates”, “Huida al cortijo El Convento”, “Amor en la parada de sementales”, “Cristobalón y Floripondio”, “Pepe El Chirro”, etcétera. ¿Por qué elegiste escribir el libro en cuarenta y cuatro relatos?

No sabía la fórmula. Incluso pensé en escribir un diccionario del campesino (al final he incorporado un glosario en el libro). Hasta que decidí escribir estos relatos que son hitos y sucesos que ocurrieron y que me parecieron literarios. Como los que has nombrado.

¿Entonces el libro está ambientado en Cártama? ¿En qué época?

Está focalizado en Cártama, que es donde yo he tenido las experiencias. Pero la agricultura es una en Cártama, Segovia, Sebastopol y en la China. En todos los sitios se siembran patatas y trigo. La agricultura es una y la figura del campesino también. El labriego siempre ha sido un ser desafortunado que tiene que luchar contra todos los elementos: Heladas, plagas, sequías, riadas, los precios, intermediarios, prestamistas, etcétera. Son los más desafortunados y sin embargo son los que han alimentado a la Humanidad. El campo es la poesía de Dios: Los nidos, las alondras, los chamarines, el mirlo, los verdones, etcétera.

Este libro es un paseo por el campo desde mediados del siglo XIX y hasta mediados del XX a través de cuarenta y cuatro relatos que narran historias de la gente del campo y del pueblo.

¿Por qué lo has titulado “Ecos de la Alhóndiga”?

Yo nací en el Cortijo de la Alhóndiga. Allí me crie y se me llenaron las retinas de paisajes. Estuve entre braceros. Mis amigos eran el “regaor”, el “gañán”, el “chiquichanga”, etcétera.

Estamos llegando al final de la entrevista. Francisco sigue contándome sus experiencias de juventud en el campo. Es increíble la de palabras que usaban la gente del campo el siglo pasado: durazno, esparpitados, estraperlo, gachas zaínas, gazuza, remudar o romanero, por poner algún ejemplo.

¿Cuándo saldrá a la venta “Ecos de la Alhóndiga”?

El libro ya lo tiene el editor a quien se lo he confiado y está registrado en la SGAE. En cuanto tenga noticias os informaré gratamente.

¿Quieres añadir algo más, Francisco?

Quiero agradecer al escritor y poeta  Jesús Cotta su prólogo tan acertado y halagador y al profesor jubilado Antonio Fuentes  por la corrección del libro.

Muchas gracias por esta tarde tan grata que he tenido con usted Francisco, tan llena de vida y colores como es la Naturaleza.

El campo lo ha sido todo para mí y con mis ochenta y seis años quiero dejar escritas mis experiencias y las historias que me contaron. Yo también he pasado un buen rato contigo.