Una salida de la delincuencia

Thomas

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(Thomas Mitchinson) Las buenas noticias para la ciudad de Nueva York pueden ser buenas noticias para el estado de Illinois y para otros países. Nueva York ha alcanzado una de las tasas más bajas de delincuencia en la historia de la ciudad.

El año pasado los homicidios relacionados con las pandillas se redujeron casi un tercio respecto al año anterior. El Comisionado de Policía James O’Neill atribuye este progreso a la aplicación de un nuevo criterio en el trato de los delincuentes: «Ir a la cárcel o buscar ayuda para sus problemas, por ejemplo, mediante capacitación laboral, asesoramiento o tutela». Esto demuestra que es posible ayudar a la gente a abandonar formas de vivir ilegales y degradantes, y encontrar una vida de progreso basada en valores morales.

Un libro recientemente publicado, titulado Place Matters: Criminology for the Twenty-First Century [El lugar importa: Criminología para el Siglo XXI], escrito por David Weisburd y otros, explica este cambio de enfoque «de las personas a los hechos, del delincuente al delito en sí». Parece que cada vez más oficiales de policía están comprendiendo la importancia de separar el delito del delincuente. En otras palabras, si podemos aprender a tratar a los delincuentes y ayudarlos a tener una mejor percepción de ellos mismos, podemos traer curación a muchas vidas y disminuir la delincuencia.

Esta diferenciación entre la persona y el pecado no es una forma nueva de pensar. De hecho, Cristo Jesús la practicó con todo éxito hace más de 2000 años, y al hacerlo, transformó y sanó las vidas de las personas que conoció. Pienso que la razón por la cual lo llamaban «amigo de publicanos y pecadores» es que donde la mayoría de nosotros vería a alguien como impuro, malhechor o indigno, Jesús veía al hijo de Dios, y este entendimiento y amor divinos producían cambios en el carácter y el estilo de vida de la gente.
Esto mismo es cierto hoy. Louis Fuentes puede dar testimonio de ello. Encarcelado en el norte del estado de Nueva York por delitos cometidos bajo la influencia de las drogas, él deseaba desesperadamente sanar la deshonestidad y las adicciones que le habían hecho perder el control de su vida.

Durante un servicio religioso en la prisión escuchó por primera vez la idea de que él tenía una naturaleza espiritual o identidad innata exenta de pecado, y que estaba completamente separada de su comportamiento e historial delictivo. Al comenzar a comprender y aceptar esta verdad acerca de sí mismo, se dio cuenta de que podía empezar a vivir desde esta base, como promete el versículo de la Biblia: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).

Una parte importante de su esfuerzo por liberarse de la adicción al cigarrillo y las drogas fue su estudio de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, que lo ayudó a comprender la Biblia. En su libro Eddy define al Cristo, que Jesús incorporó, de la siguiente forma: «El Cristo es la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana». Esta voz interior nos habla a todos de nuestra bondad y nuestro valor innatos como hijos de Dios. El Cristo también nos capacita para apartarnos de hábitos y comportamientos perniciosos, como Jesús mostró al sanar a Zaqueo de deshonestidad y a María Magdalena del pecado.

Fuentes escuchó este mensaje divino y oró cada día para ser obediente a Dios y cambiar su forma de vivir. Cuando salió de prisión y estaba buscando empleo, su consejero laboral le dijo que «alterara su currículum» para encontrar trabajo. Pero Fuentes se negó a hacerlo.

«Sabía que para obtener empleo tenía que ser completamente sincero respecto a mi pasado, y estaba listo para contar toda la verdad. Mi fe en Dios crecía a diario. Con estas ideas en mente, tenía mucha confianza en que Dios me guiaría a encontrar un empleo adecuado», contó Fuentes en el libro Healing Spiritually [Sanando espiritualmente]. Consiguió un empleo, lo capacitaron como mecánico y trabajó en ese oficio durante muchos años.
Él afirmó: «En un mundo donde parece que hacer cosas deshonestas ayuda a progresar, mi experiencia ha probado que si somos honestos nuestro Padre celestial nos dará una recompensa justa».

El reconocimiento de que Dios es el Padre y Madre incondicionalmente amoroso nos libera de las limitaciones hereditarias, errores pasados y la sensación de que estamos desamparados ante una adicción o cualquier otro comportamiento degradante.

A medida que comprendemos nuestra identidad espiritual como hijos de Dios y expresamos cualidades divinas tales como honestidad, integridad, compasión, perdón, perspicacia y valor moral, nosotros también podemos ser redimidos por el Cristo sanador, que nos libera del mal y nos capacita para ser una bendición para otros.

Thomas Mitchinson escribe acerca de la correlación entre la espiritualidad y la salud, como Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en el estado de Illinois, EUA.
Artículo publicado originalmente en Daily Herald, @dailyherald