¡Libérate de la codicia!

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(María Damiani) Hace un tiempo, vi la película The Game, protagonizada por Michael Douglas y Sean Penn. Se trataba de un multimillonario que tenía todo lo que un hombre puede desear. Su hermano, lo sorprendió con un original regalo de cumpleaños: su ingreso en un club de ocio capaz de diseñar a medida aventuras y pasatiempos.

El multimillonario comenzó a atravesar diferentes situaciones límites, llegando a perder todos sus bienes materiales. Encontrándose sin dinero, se sintió inseguro, algo a lo que no estaba acostumbrado, dado que su seguridad estaba cimentada en sus riquezas. Su hermano quería descentrarlo de ese mundo de dinero, al cual estaba aferrado, y despertarlo para que pudiera vislumbrar el verdadero sentido de la vida. Todo se trató de un juego, pero los personajes, totalmente ficticios, llevaron al adinerado a conocer otra realidad, y así bajar su nivel de soberbia y su falso sentido de seguridad.

La película me hizo preguntar: ¿Cuántas personas creen tenerlo todo y siguen codiciando aún más?
Muchos quieren poseer todo para tener la impresión de que pueden ejercer el control sobre ello y sobre otros. Codiciar es tener el deseo excesivo por la riqueza u otras cosas. ¡Cuánta pobreza espiritual encierra esta frase!

El deseo insaciable de poseer poder, fama, riquezas y la comparación social impulsan a las personas a cometer equivocaciones sin darse cuenta. Muchas son las consecuencias de la codicia, entre ellas engendra ansiedad, temor, el vicio de los juegos de azar, envidia, violencia, entre otros malos sentimientos y acciones. En consecuencia, estos estados mentales afectan la salud.
Según la psicóloga Herminia Gomá, directora del Institut Gomá de Barcelona, «la avaricia se asienta en un verbo: tener. El ‘miedo a no tener en el futuro’ nos hace acumular posesiones para evitar la angustia de pensar que algún día me faltará. Lo que tengo ahora tampoco lo disfruto. Necesito guardarlo aunque nunca lo vaya a usar».

La codicia se puede evitar tratando de no confundir los deseos con las necesidades, evitando las deudas, viviendo una vida sin excesos: «vida sencilla, pensamiento elevado». El practicar la generosidad ayuda a eliminar la codicia porque el dar es el núcleo de nuestra fe y nos enriquece. Estoy de acuerdo, porque lo he experimentado en mi propia vida.
Nuestra seguridad y riqueza provienen del Amor, de reflejar cualidades divinas y talentos que están cimentados sobre una base sólida, la Mente, que es la fuente infinita de todo lo que necesitamos.

Todos pueden entrar en el reino de Dios ahora mismo. Ese reino es de armonía, paz y amor, y ya está dentro de cada uno. No es algo que se necesita buscar fuera, con dinero o posesiones.
Para liberarse de la codicia hay que ver el sentido verdadero de la vida y concientizarse sobre la verdad existencial de que realmente se está provisto de todo, completo en el Amor. Esta liberación conduce a un estilo de vida seguro y al bienestar físico y mental.

María Damiani escribe acerca de la salud y el bienestar desde una perspectiva espiritual y es Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en España. Email: spain@compub.org Twitter: @compubespana