“Creadores: Rilke, el enigma de un laberinto”

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                      Rainer María Rilke, Praga, Chequía, + Val-Mont, Suiza, 1926. Como toda persona, quizás su verdadera patria y sementera sea la infancia, la primera y segunda infancia y la adolescencia, quizás después, quizás después todo sea el crecimiento en parte de esa semilla, combinada con las circunstancias y la época que le toca vivir a cada ser humano. No podemos obviar, una infancia compleja en el caso de Rilke, no podemos desdeñar pensar, que quizás ese ansía de saber poético y de búsqueda de la belleza, se deba esencialmente, a intentar integrar su ser en su propio ser, quizás debido a sus desajustes personales y familiares de su infancia y adolescencia.

                        Pero no estamos aquí, al menos yo como modesto articulista, para echar carbón e hierro, ni a Rilke, ni a sus padres, ni a su época, sino intentar entender algunos aspectos de Rilke y por tanto, como todo gran poeta, poeta mundial, nos pueda servir a nosotros, como espejo, para entendernos y comprendernos un poco mejor. Porque el fin de todo saber humano, y la literatura y las artes también, es ayudarnos a mirarnos más profundamente en el espejo de nuestra interioridad.

                        – Quizás, los poetas, sean las personas que más nos abren los huecos y bodegas de su interioridad, de sus circunstancias combinadas con mil factores y variables de la existencia. Puede que estemos de acuerdo con ellos o con ellas, pero al final, nos están regalando, sin cobrarnos nada a cambio, sus grandezas y sus miserias, y así de ese modo, nosotros podamos bucear, en sus vidas, y en sus obras, da lo mismo, el arte o artes a que se dediquen, sean poetas, novelistas, diseñadores, músicos, cineastas, arquitectos, pintores. Da lo mismo, nos están regalando algo de nosotros mismos.

                        Los demás seres humanos, intentamos consciente e inconscientemente escondernos y taparnos, la discreción hecha fábrica de nosotros mismos. Pero los poetas y artistas, en general, nos enseñan algo, algo mucho de su ser. Que al final, es el mismo que el nuestro. En Rilke es obvio y evidente, con sus grandezas y sus bajezas. Nos enseña de que están hechos los sueños y los pasos y las voces y las manos y los gestos y los actos humanos.

                        – La poesía, en este caso de Rilke, como instrumento para poder seguir viviendo y existiendo, en el poeta que la realiza y construye. No es aquí la búsqueda de la fama, notoriedad, vivir, de la economía, al menos, al principio, sino la poesía como vehículo para poder soportar la vida y la existencia, para poder continuar remando en este mundo, para poder superar los recuerdos, para ahogar o esconder la memoria del pasado, para no volverse loco. Creo que en Rilke, se cumple este fundamento, el arte como terapia, el arte, en este caso poético para curar heridas muy profundas, para intentar entender y comprender el yo, para poder seguir viviendo y existiendo.

                        Quizás, cada autor, sea el arte que sea, sea la actividad que sea, en el transcurrir del tiempo y de su tiempo continúa realizando y realizándose en ese arte, por diversas razones, pero no cabe duda, de que en un “momento o espacio o tiempo”, que puede perdurar mucho o poco, “ese arte, es una tabla de salvación”. Después, se puede convertir en otras razones o motivos o realidades. Creo que en Rilke es obvio y evidente, empieza a redactar poemas para sobrevivir, ni siquiera para vivir, sino para sobrevivirse a si mismo y en sus circunstancias. Para superar el drama y los dramas, de su infancia, de la escuela militar, de los otros seres humanos como creadores de infiernos… El infierno son los otros, nos diría Sartre, unas décadas después de Rilke. El infierno y el purgatorio y el cielo son los otros, habría que completar y complementar el concepto.

                        – Cada ser humano lleva sus heridas, casi siempre causada por los otros, decimos por el ambiente y la época, ciertamente, toda persona como todo pez, vive en la mar de la sociedad y de la cultura y de su tiempo y de su época y de sus circunstancias, pero al final, son los otros, los otros los que hacen daño a los otros, se hacen daño a si mismos, o por el contrario emiten bondad a los demás. Pero también el infierno o el purgatorio o el cielo somos nosotros a nosotros mismos.

                        Cada uno, cada ser humano tiene cada día, está en el dilema de atravesar una línea imperceptible entre el bien y el no-bien, entre el bien y el mal moral. Cada uno realiza su apuesta y su elección. Cada uno, da lo mismo el estrato social o cultural o edad o lugar, todo el mundo, cada día toma opciones ante situaciones, y éstas pueden ser morales correctas o incorrectas.

                        Vemos claramente que Rilke, en su primera infancia, en su primera adolescencia, que los otros, al menos, algunos otros, fueron su particular infierno, ahora se diría bulling, pero es siempre la misma historia, la de Abel y Caín, que va transformándose en muchas máscaras. Antes de los veinte años, debemos saber, que muchos seres humanos han sido verdugos contra otros seres humanos. Esta es la verdadera realidad. Que pueda pasar de ellos o de ellas, después será otra historia, qué pueda pasar de sus victimas, después, es otra historia.

                        En el caso de Rilke, le causaron unas heridas y unos traumas, que rezumaron sangre, que en parte pudo superar y no ahogarse en ella, porque escribió frases-versos-ideas-conceptos. Pero también falleció demasiado pronto, quién sabe si hubiese llevado una vida más feliz, menos traumática habría existido hasta los ochenta años, y qué versos nos podría haber regalado, y sobretodo habría sido más feliz. Porque todo el mundo tiene derecho a su pequeña felicidad, el derecho a la felicidad.

                        – A veces, pienso, igual que existen funciones-facultades-potencias psicomentales, como la inteligencia, memoria, creatividad, etc., que existen por naturaleza diferencias de nacimiento, diferencias de desarrollo o de ambiente, también hay una especie de facultad, que podríamos denominar “sensibilidad afectiva y moral”. Y hay seres humanos que disponen por naturaleza más de ella que otros, unos están por debajo de la media, otros por encima, y quizás, esta supuesta e hipotética facultad, nos puede ayudar a entender, por qué un ser humano hace cosas horribles a otros seres humanos, o a sí mismos, o realiza cosas felices y alegres incluso meritorias, o heroicas.

                        Quizás, quizás nazcamos con un bagaje de sensibilidad afectiva y de sensibilidad moral diferente, que después el resto de circunstancias, van haciendo crecer o disminuir… ¡Creo que Rilke tenía un grado superior de sensibilidad afectiva y perceptiva, elemento que le sirvió de sufrimiento en su vida…!

                        Para terminar y no cansar más, solo nos queda invitarle a usted a que lea o relea a Rilke, quizás mirando en el fuego de su volcán interior, en lo bueno y en lo menos bueno, pueda servirle a usted, para ser mejor persona, para intentar superar sus propios traumas y heridas, al final, si la literatura y el arte sirve para algo, es para curar o paliar un poco el propio sufrimiento, que es en última instancia el sufrimiento de la humanidad, cada uno con su tesela personal de alegrías y penas. Paz y bien.

            http://personal.cim.es/filosofía   © jmm caminero (07 mayo-28 junio 2018 cr).

Fin artículo 1.281º: “Creadores: Rilke, el enigma de un laberinto”.